Cristo y AntiCristo: el cristianismo en el imperio romano.

No existen pruebas de que Cristo haya efectivamente existido. Sin embargo, en los últimos 2000
años miles de millones de personas creyeron no solo que existió sino que fue la encarnación
humana de un dios que creó todo lo que existe.

Desconocemos cómo fueron las enseñanzas de Cristo (si es que realmente existió) pero tenemos la
versión ortodoxa -y las lecturas heterodoxas- de lo que él predicó.

Trescientos años de convivencia con las 580 religiones aceptadas por el Estado romano y por las
ideas filosóficas de la época (esencialmente estoicas) convirtieron al cristianismo primitivo en una
creencia sincrética que terminó significando todo para todos.

Nietzsche, por su parte, dice que Cristo fue Buda en occidente y que nadie lo comprendió en su
época.

Por eso Pablo pudo tomarlo como piedra en la que fundar una iglesia que predicara el odio a la vida
y la esperanza de otro mundo en el que se pudiera ser feliz.

El AntiCristo, para Nietzsche, es el cristianismo cuando logra convertirse en religión oficial del
Estado: es la negación del “verdadero” Cristo y de la alegría de la vida para poder sacralizar la
muerte como esperanza.