Se termina un año enormemente difícil.

De manera individual probablemente cada uno vivió tiempos más complicados, pero colectivamente recordaremos este año como uno de los más difíciles que nos tocó vivir. El encierro, la incertidumbre, la bronca, la esperanza, el encuentro, la distancia, la sensación de que perdimos momentos únicos y encontramos otros inesperados. Nuestras rutinas de pandemia, que recordaremos con un sabor agridulce pero que ya forman parte de nuestra historia.

Este año fue distinto y lo queríamos cerrar distinto. Lo queríamos cerrar parando la pelota y conectándonos con lo que nos pasó. No desde el análisis de vacunas ni de economía, no desde las proyecciones ni desde los números. Eso ya lo hicimos en el año. Nos queremos enfocar en las emociones.

Nos pasó un tsunami por arriba. Estuvimos gran parte del año piloteándolo, jugando el partido con lo que había, para mantener nuestros proyectos, sostener a nuestras familias y contribuir en lo que podíamos al bien común. Pero fin de año es un buen momento para hacer balances, para darnos el lujo de mirar cómo estamos, intentar hacer sentido de algunas cosas y vaciar de sentido otras. Ver qué nos pasó a nosotros mismos. Destilar aprendizajes y moldear vivencias.

Para eso vamos a hacer un curso único en la historia de Baikal. Un curso en el que cuatro de nuestros grandes profesores, juntos, van a ayudarnos a entender y a conectar con nuestras propias emociones. Desde la música, desde la filosofía y desde la ciencia.

Este curso no va a ser cuatro clases aisladas, va a ser una verdadera conversación multidisciplinaria entre cuatro personas que tienen una perspectiva única de la condición humana.

El objetivo es que todos podamos conectarnos con lo que nos pasó de una manera positiva. Ni negarlo ni quedar atrapados. Incorporarlo a nuestra historia, con todos los aprendizajes. Resignificarlo como algo constructivo, para nosotros y la gente que queremos.

Les contamos clase por clase:

En el primer encuentro vamos a analizar qué le pasa al cuerpo cuando experimentamos una emoción, veremos cómo se ponen en juego distintas actividades hormonales y del sistema nervioso. Y nos preguntaremos si las emociones no son directamente eso, porque ¿qué es el miedo, o el amor, sin el cambio en la frecuencia cardíaca, la respiración, el sudor, las tormentas que se desatan en la sangre o en las neuronas? Nos vamos a preguntar si las emociones son exclusivas de los humanos o las compartimos con el resto de los animales.

En el segundo, nos meteremos de lleno con lo que nuestra mente hace con las emociones, cómo les asigna significado e interpreta las emociones. Discutiremos también cómo aprender a regularlas. Veremos que es posible separar la fisiología de la emoción de la narrativa que uno le asigna. Así, por ejemplo, aunque uno no pueda dejar de sentir emoción en la víspera de un evento importante, sí puede significar el miedo o temor y convertirlo en un vértigo placentero, como pasa en la montaña rusa.

En el tercero, viajaremos en el tiempo y espiaremos cómo veían los medievales las emociones. Analizaremos qué entendían ellos por amor, deseo, gozo, miedo, alegría, frustración, tristeza y tantas otras. Presentaremos y discutiremos filosófica y científicamente los consejos que daban los medievales para combatir la tristeza. Veremos si nos siguen sirviendo.

Finalmente, para cerrar en lo más alto, en el último encuentro vamos a explorar la influencia que la música tiene en las emociones y las emociones en la música. Analizaremos la teoría de los afectos, que surgió en el periodo barroco, veremos la relación entre las diversas emociones del ser humano y las posibilidades de expresarlas mediante la música. Todo esto, por supuesto, escuchando buena música. Para emocionarnos.

Los esperamos en Diciembre para poner un cierre que nos permita darle una vuelta de tuerca a este 2020 que dejamos atrás.

Este curso está incluido en Membresía Universo y Comunidad Baikal.

Si no estás en ninguna de estas membresías el precio es de AR$8.000 desde Argentina y de €60 desde otro país.