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Cuando Elon Musk estaba en la universidad pensando qué quería hacer con su vida, tomó como punto de partida la pregunta «¿Qué es lo que más afectará al futuro de la humanidad?», su respuesta: «Internet; energías renovables; la exploración del espacio, especialmente la extensión de la vida humana fuera de la tierra; la inteligencia artificial y la reprogramación del código genético humano.«

Emprendió en Internet, fue cofundador de PayPal. Cuando la vendieron lo lógico hubiese sido dedicarse a invertir o crear nuevas compañías de Internet.

Él decidió invertir todo su capital y más para crear un par de empresas extremadamente riesgosas alineadas con sus intereses y en los cuales no tenía experiencia previa:

SpaceX, una empresa de cohetes que revolucionó la industria aeroespacial con la que plantea convertir la especie humana en interplanetaria.
Tesla, una empresa de autos eléctricos que revolucionó la industria automotriz acelerando el uso de autos eléctricos.
SolarCity, para revolucionar la producción de energía acelerando la adopción masiva de energías renovables.
OpenAI, confundó la organización de inteligencia artificial más reconocida del mundo.

En su tiempo libre liberó como bien público patentes de Hyperloop, un sistema de viajes terrestres a alta velocidad que varios equipos del mundo están desarrollando. Dijo no tener tiempo para desarrollarlo él. Aunque sí tuvo tiempo para crear otra empresa que hace túneles.

Algunos lo destacan como el emprendedor vivo más extraordinario, el Tony Stark (Iron Man) de la vida real. Otros que, probablemente solo lo lean sus ideas provocadoras en Twitter (antes de comprarlo) lo tildan de charlatán. Dedicar tiempo a entender cómo funciona su cabeza y algunos de los modelos mentales que utiliza ciertamente no nos va a convertir en genios, pero seguramente aprendamos algunas cosas que podamos utilizar, mejoremos nuestros procesos de pensamiento, de decisión, de aprendizaje, de investigación, de innovación.

Mariano Ruani