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 Por Marcelo Rinesi.

 

Hace unas semanas, un juez de los EEUU ayudó al FBI a dar un gran golpe a favor de la siguiente generación de organizaciones criminales sofisticadas, al sentenciar al operador de «Silk Road» Ross Ulbricht (conocido como Dread Pirate Roberts) a cadena perpetua (ver noticia).  El feedback que le dieron al mundo criminal fué tan preciso y útil como cualquiera que pudiera dar un consultor de alto nivel: hasta que el operador humano, cada vez más inestable y hambriento de atención, falló, el sistema funcionaba muy bien. La siguiente iteración es obvia: mercados altamente distribuidos con poca o ninguna intervención humana. Y las fuerzas de la ley están completa, estructural, y abismalmente mal preparadas para lidiar con esto.

 

Para ser justos, ya están lidiando bastante mal con el medio ambiente criminal actual. Era más fácil durante el siglo pasado, cuando cárteles grandes y estructurados jerárquicamente bajo la dirección de psicópatas extravagantes proveían objetivos mediáticos vulnerables a la clase de equipamiento y estrategias militares favorecidos por la doctrina de la DEA. Los grandes cárteles fueron destruidos, por supuesto, pero esto solo llevó a una industria más descentralizada y flexible que ha probado ser tan efectiva proveyendo a los EEUU y Europa occidental con, por ejemplo, cocaína, de manera escalable y estable, que la demanda está completamente satisfecha, y tienen que buscar nuevos productos y mercados para crecer sus negocios. No hay ninguna Guerra contra las Drogas que pueda ser ganada, porque no están enfrentando a un ejército, sino a una industria satisfaciendo una demanda ridículamente rentable. Por cierto, lo mismo sucedió durante la fase más reciente de la Guerra contra el Terror: el análisis estadístico ha demostrado que la violencia crece después de que líderes terroristas son asesinados, al ser los únicos actores en sus organizaciones interesados en niveles tácticamente controlados de violencia.

 

En términos de reducción real del crimen, cerrar Silk Road fue un gesto tan inútil como el cerrar un sitio de torrentes, y por la misma razón. Así como las características de la Internet que la hacen tan valiosa hacen la distribución de archivos P2P inevitable, las mismas infraestructuras financieras, logísticas, e informacionales que hacen posible la economía global hacen inevitable el tráfico descentralizado de drogas.

 

En cualquier caso, el futuro va a ser mucho peor que lo que ya está sucediendo. Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes: las mismas tendencias tecnológicas y organizacionales que le dan ventaja a las corporaciones más avanzadas y efectivas, están casi diseñadas para proveer a las redes de tráfico de drogas con todavía más ventajas sobre las fuerzas de la ley (esto no es ni coincidencia ni malevolencia; la diferencia entre la función central de Amazon y la de un operador mayorista de drogas es regulatoria, no técnica).

 

Para empezar, las blockchains que subyacen a monedas alternativas como bitcoin son registros compartidos, globalmente verificables, y criptográficamente robustos para compromisos entre entidades anónimas. Solo esto soluciona muchas clases de problemas de coordinación para redes criminales, de la misma forma que lo hacen para redes de negocios y sociales.

 

Los autos sin conductor y drones baratos y numerosos, al hacer muchos aspectos de logística a pequeña escala eficientes y programables, van a revolucionar la «última milla» de la distribución de drogas al mismo tiempo que las entregas de sitios de ecommerce. Como los mensajeros, los drones pueden ser interceptados. A diferencia de los mensajeros, no hay riesgo para el que los envía cuando esto sucede. Y la propagación de riesgo en la cadena de distribución es el principal factor sobre los márgenes en la industria de las drogas, especialmente en los niveles más altos, donde el producto es ridículamente barato. Es difícil de imaginar una manera mejor de enviar drogas que autos y camiones sin conductor.

 

Pero el factor realmente decisivo va a ser la combinación de una tecnología que ya existe, redes de miles de computadoras hackeadas alquiladas por operadores a terceros, con tecnología que está siendo desarrollada, organizaciones autónomas confiables basadas en la blockchain, el equivalente en ecommerce de autos sin conductor. Combinandolas, va a ser posible para un consumidor de drogas con reputación anónima pero verificable comprar a un vendedor con la misma clase de reputación a través de un sitio web que existe en una computadora en la casa de un tercero (que ni siquiera se va a enterar nunca que fué hackeada) solo hasta que la transacción finalice, y recibir el producto a través de un vehículo automatizado que luce exactamente igual a miles de otros (posiblemente también hackeado a un dueño que nunca se va a enterar para qué fue usado, o siquiera que lo fué), y que olvidará toda la información de su trayecto a medida que lo va realizando.

 

Por supuesto, esta es solo una implementación de las mismas tecnologías que harán que Amazon y sus pares eliminen a los competidores tradicionales que les quedan: computación escalable barata, transacciones en línea confiables, cadenas logísticas automatizadas, y entrega de «última milla» eficiente. La diferencia principal: las redes de tráfico de drogas van a ser las únicas organizaciones donde «big data» va a ser aplicada para escalar y mejorar el proceso de olvidar información en vez de adquirirla (una inversión casi Borgesiana que no carece de poesía). No teniendo activos clave materiales, financieros o humanos, serán completamente invulnerables a cualquier fuerza de seguridad todavía enfocada en encontrar y encarcelar a los más grandes «líderes criminales.»

 

Esto es inefectivo hoy, y será absurdo mañana, lo que ilustra uno de los problemas políticos más importantes de principios del siglo XXI. Los partidarios de las armas en EEUU frecuentemente remarcan que «si las armas son ilegales, solo los ilegales tendrán armas,» pero el tema importante en la política del poder no son las armas (al menos no la clase que alguien sin amigos en el Pentágono puede comprar): si la clase media y la sociedad civil no aprende a usar redes logísticas distribuidas autónomas avanzadas, solo los ricos y los criminales van a usar redes logísticas distribuidas autónomas avanzadas. Y si piensa que las cosas van mal hoy…