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Impacto profundo
PRÓXIMA ESTACIÓN: CRISIS
Las transiciones energéticas no se dan de un día para otro. Son procesos complejos, con múltiples variables interdependientes (políticas, culturales, tecnológicas, económicas) que se van modificando a lo largo de un período de tiempo sin que sea evidente el cambio hasta que de repente nos damos cuenta de que estamos en otra etapa.
Como planteó Alvin Toffler en su libro, vivimos en un permanente “shock del futuro”[1] y percibimos que hay tantas novedades constantes que estamos tan saturados que no podemos seguirles el ritmo. Esto es sano, muy sano, porque es imposible estar al tanto de todo lo que pasa en el mundo sin volvernos locos, pero también implica que en general no notamos las transformaciones profundas cuando están sucediendo sino una vez que ya nos cambiaron la vida.
La curva que grafica la función “costo de generar 1 watt a partir de energía solar en función del tiempo” tiende a cero y nosotros vamos a vivir el salto de paradigma. Pero, mientras tanto, se vienen tiempos difíciles.
En la última década, la producción de petróleo creció un 4%, mientras que el precio aumentó un 120%. Esto ya pasó otras veces en la historia, pero, como planteamos anteriormente, esta vez no importan sólo la oferta y la demanda del mercado, porque el limitante del calentamiento global y los objetivos de disminución de las emisiones de dióxido de carbono nos dicen que el precio va a reflejar los costos reales de los hidrocarburos. Por lo tanto, va a seguir subiendo. Más allá de mejoras tecnológicas y nuevos descubrimientos, el gas natural y el carbón están en una situación similar[2].
Al tener una matriz energética mundial que depende en un 80% de los hidrocarburos para generar energía, un aumento del precio del gas, el carbón y el petróleo impacta básicamente en todo. Además, hay industrias enteras que dependen del carbón y el petróleo no como fuentes de energía sino como materias primas, y esto no va a cambiar con mayor desarrollo de las energías renovables. Ejemplos de estas industrias son la producción de plásticos (prácticamente todo lo que usamos en nuestra vida cotidiana tiene algo de plástico), medicamentos, fertilizantes y agroquímicos (varios de ellos agro-tóxicos), asfalto, cemento, acero…
Naturalmente, los más afectados por un aumento de los precios de los hidrocarburos son quienes menos tienen que ver con su especulación, ya sea directamente porque aumentan los precios de los bienes de consumo, la luz y el transporte, o indirectamente porque el Estado intensifica los subsidios a los combustibles fósiles con fondos públicos. Este último punto muchas veces pasa desapercibido, pero el cálculo conservador del Fondo Monetario Internacional estima que dicho subsidio alcanza el 2,5% del PBI global, o sea ¡lo mismo que el PBI de India![3].
¿Qué se puede hacer si los fósiles van a seguir aumentando de precio? Dejar de depender de ellos. Para acelerar la transición hacia una matriz renovable y acortar el período de crisis hay que tomar decisiones a largo plazo y pensar diferente, sabiendo a qué apostar y a qué no. Implica enfocarse en seguir desarrollando la generación de energía a partir de recursos no finitos, en la eficiencia energética, el almacenamiento, el transporte eléctrico y la red inteligente, desestimando el apoyo económico y político a los combustibles fósiles y al paradigma que los rodea. Para lograr los objetivos de mañana, hay que ponerse a trabajar hoy (o ayer). Ya hay varios países en ese camino[4].
Uno de los desafíos de este libro es transmitir que los cambios en el sistema energético no son ciencia ficción sin marearlos buceando en las profundidades de los descubrimientos técnicos que aparecen a diario, las variables financieras que muestran el futuro del mercado, las tendencias socioculturales, las decisiones económicas y las políticas públicas que definen los Estados. Todo esto realmente está pasando y es lo que me lleva a querer contarles que el futuro es bastante claro. Por ser cambios exponenciales, es difícil ver que están sucediendo mientras están en la parte baja de la curva, pero para cuando los principales consumidores de energía cumplan sus objetivos energéticos (disminución de emisiones y aumento del porcentaje de renovables), el cambio ya va a ser evidente. Teniendo en cuenta que China, Estados Unidos, Europa e India consumen el 60% de la energía del mundo[5] y que todos ellos tienen metas muy agresivas de transformación de su matriz energética para los próximos diez años, las decisiones ya se tomaron, ya se están ejecutando y, si bien quizás hoy no son evidentes, el nuevo paradigma ya es un hecho.
Quienes quieran pueden visitar el Anexo “Lo que está pasando” para ver en mayor profundidad las cosas que me llevan a afirmar que el futuro de la energía es muy distinto a la realidad actual.
Ahora veamos qué va a implicar esto.
BAJO EN SODIO
La electricidad va a ser la forma principal de energía que utilizaremos en el futuro. Va a ser muy barata, generada de forma descentralizada en distintas partes del mundo a partir de recursos renovables, transportada internacionalmente a través de una red inteligente y almacenada en baterías ultra eficientes.
Tener disponibilidad de energía de forma simple y, sobre todo, barata, ya sea con conexión a la red o almacenada, nos permitirá hacer algunas cosas que hoy son inviables. El primer ejemplo es la desalinización de agua.
El agua dulce superficial, o sea, accesible fácilmente, es solamente el 0,025% del total. Sí, 0,025%. Si toda el agua del mundo se colocara en un balde, el agua potable disponible entraría en una cucharita de té[6].
Esto se debe a que el 97,5% del agua del planeta es salada y, del 2,5% restante, el 79% está en forma de hielos permanentes, y el 20% en acuíferos muy profundos, lo que deja sólo el 1% del 2,5% disponible para nuestro consumo, o sea, el 0,025%[7].
La mayor parte del agua dulce se usa para el riego y muchas veces queda contaminada por agroquímicos. Si a esto sumamos la mala praxis de industrias que tiran sus desechos a cursos de agua, la contaminación por fracking y el uso indiscriminado, tenemos como resultado una gran amenaza sobre la disponibilidad y el acceso al agua potable, con varias zonas del planeta seriamente complicadas hoy y mucho más en la próxima década.
La tecnología para aprovechar el otro 97,5% del agua del planeta, la salada, ya existe y mejoraría la vida de mucha gente. Pero hoy en día es muy caro desalinizar agua porque consume mucha energía. También sabemos cómo purificar agua contaminada. Si esto deja de ser un problema porque la energía es realmente muy barata, entonces el limitante pasa a ser logístico (¿cómo llevamos el agua una vez desalinizada?) o sociopolítico (¿cómo se garantiza la distribución equitativa del recurso?), pero no económico. Hoy en día hay 783 millones de personas que no tienen acceso al agua potable y 3.4 millones de personas se mueren por año por enfermedades relacionadas con agua contaminada. Además, la falta de agua potable está estrechamente relacionada con la población más castigada del planeta, ya que el 66% de los que no acceden a ella vive con menos de 2 dólares al día[8]. Si bien no alcanza sólo con desalinizar porque también hay que dejar de contaminar y eliminar las desigualdades, el impacto sería enorme.
Hay zonas enteras del planeta que no se pueden explotar porque no tienen acceso al agua. Poder habitarlas sacaría presión sobre zonas densamente pobladas y aumentaría la tierra disponible para cultivos, lo que acabaría con el argumento de que no hay tierra suficiente para alimentar a toda la humanidad con métodos agroecológicos.
INDUSTRIAS ENERGÉTICAMENTE INTENSIVAS
Hay industrias donde la energía representa un porcentaje alto del costo de producción y naturalmente la disponibilidad de electricidad barata puede cambiar las reglas del juego, tanto para los productores como para los consumidores.
Las industrias con mayor intensidad energética son la metalúrgica, la siderúrgica (acero), la química (fertilizantes, agroquímicos, pinturas, etc.) y la producción de papel, de cemento, de cal, de asfalto, de vidrio y de comida. Son cosas que usamos a diario y su precio impacta en todas nuestras actividades.
Para los industriales la abundancia energética cambia la estructura de costos, ya que la limitación deja de ser el precio de la energía y pasa a ser las materias primas y el mercado. La presión se traslada hacia los recursos naturales necesarios para la producción, con un aumento potencial de la tala y la minería, aunque quizás logremos hacer hierro o madera sintética. La disminución en los costos (o aumento de la productividad) no se traduce axiomáticamente en un abaratamiento de precios para los compradores, ya que también puede ser una oportunidad para aumentar la rentabilidad.
Prepararse para el futuro implica saber de dónde se van a sacar los insumos para producir, cómo se van a distribuir los beneficios y cuál va a ser el mercado, porque existe el riesgo de caer en la sobreproducción (preguntar por “la Crisis del ‘30”) y la especulación financiera (preguntar por “la Crisis de 2008”).
PLANIFICACIÓN URBANA
Si bajan los costos de los materiales de construcción (hierro, acero, cal, cemento) pueden pasar cosas muy buenas, como que el acceso a la vivienda sea una posibilidad para un porcentaje mayor de la población.
Desde ya que también existe el riesgo de que un grupo con mayor capacidad de escala acopie materiales, construya y use a la vivienda como instrumento de especulación financiera (lo mismo que pasa actualmente), por eso es imprescindible que los Estados tengan en cuenta el potencial boom causado por la disminución de los costos y estén preparados para implementar las regulaciones necesarias.
Más allá de esto, un tema trascendental asociado a las sociedades de las próximas décadas es la planificación urbana. Además del trazado de las ciudades en crecimiento, hay que tener en cuenta que los autos eléctricos van a bajar las barreras para que todos puedan tener su propio vehículo, porque el combustible (la electricidad) va a ser más barato de lo que actualmente es la nafta. Hay países donde la cantidad de autos por habitante ya es alta, sobre todo Estados Unidos y algunos de Europa. Allí habrá un aumento, pero no tan significativo como en los lugares donde la tasa de autos por habitante, que es baja en relación al resto del mundo, está creciendo a pasos agigantados y sólo se puede esperar que siga creciendo en los próximos años. Claro que estamos hablando sobre todo de China.
Como vimos al comienzo, la cantidad de autos en China se multiplicó por 20 en los últimos diez años y hoy ya se venden más automóviles por año en China que en cualquier otro país. Sin embargo, China hoy registra 83 autos cada 1000 habitantes, mientras que Estados Unidos tiene 797/1000 y Argentina, 314/1000[9]. Si China tuviera la misma cantidad de autos per cápita que Argentina, la cantidad de autos en el mundo aumentaría más de un 30%. ¡Sólo por China! O sea, sin tener en cuenta el crecimiento en el resto de los países.
Desde ya que si todos estos autos usaran nafta el desastre ambiental sería enorme y la presión sobre el petróleo haría subir su precio. Pero desde hace varios años los gobiernos están poniendo mucho énfasis (y dinero) en el desarrollo de los autos eléctricos y en la próxima década el motor de combustión interna va a ser destronado. Esto se debe simplemente a que aumenta el desarrollo tecnológico y bajan los costos gracias al trabajo e ingenio de mucha gente y la decisión de las administraciones públicas.
Sin planificación urbana, las ciudades van a ser inhabitables por los problemas de tránsito y el límite al aumento de automóviles no va ser económico sino físico: no va a haber más espacio. Todo indica que las automotrices no se van a autolimitar, por lo tanto hay que proyectar qué ciudades queremos y cómo eso es viable con una flota de transporte eléctrica y un costo de combustible sustancialmente más bajo.
¿Viajar barato va a traer más problemas de sedentarismo?
REALIDAD VIRTUAL
Nuestra vida pasa cada vez más por el mundo digital. No sólo las relaciones sociales, sino también las actividades económicas, la interacción con el Estado (como los trámites), el acceso a la información, el pago del transporte público con una tarjeta, el entretenimiento, el trabajo, etc. La tendencia va hacia el almacenamiento de datos en la nube, que es una infraestructura de servidores interconectados donde se mueve la información y funcionan los programas sin necesidad de estar instalados en nuestras computadoras. Aparte de los algoritmos que hay detrás de todo esto, el costo fundamental de la nube es la energía que consumen los equipos y servidores que manejan la información a través de la red (no la red eléctrica, sino la “web”). Una disminución del costo energético acelerará el proceso de digitalización y eso tendrá un impacto concreto en nuestro día a día.
El banco nos manda el resumen mensual por e-mail y no por correo postal sobre todo para bajar gastos y esto nos obliga a nosotros a llevar nuestras cuentas personales a través del monitor y no en una carpeta A4 de dos ganchos. Si es más cómodo o más incómodo, depende del gusto de cada uno. Comprar un kilo de tomates a través de Internet es una experiencia diferente a comprarlo en una verdulería en la calle. Lo mismo se aplica a presentar un reclamo en una oficina pública, contarle algo a un amigo o aprender a bailar salsa. Hacer las cosas a través de Internet tiene sus ventajas y desventajas, pero sin duda es distinto.
Hay muchos ejemplos como estos y todos tienen la misma consecuencia: pasar más tiempo conectados a la realidad virtual y tener mayor porcentaje de nuestra vida dentro de ella. ¿Cómo manejamos el tiempo offline y online? ¿Qué desafío implica para nuestros cerebros que vienen evolucionando desde hace millones de años para entender mejor las interacciones humanas cuerpo a cuerpo y de pronto se encuentran teniendo que lidiar con un intermediario virtual?
Un fuerte descenso del costo de la energía potencia la virtualización de la realidad. Hay que ver si estamos preparados.
TODO-SÍNTESIS
La impresión 3D y la biología sintética son dos tecnologías exponenciales que podrían beneficiarse mucho de la abundancia energética. Veamos primero de qué se trata cada una.
Se llama impresión 3D a una forma de manufactura que consiste en producir un objeto de forma aditiva a partir de un diseño digital. El proceso empieza cuando tenemos modelado lo que queremos fabricar. Supongamos que queremos hacer un vaso de plástico. Podemos diseñarlo desde cero en la computadora, usar un software para modificar un diseño digital ya existente u obtenerlo a partir de otro vaso que escaneamos con un escáner 3D. Una vez que tenemos el modelado (habiendo podido ajustar todas las variables que queramos como, por ejemplo, hacerlo más ancho, más alto o ponerle nuestras iniciales), el software de la impresora 3D se ocupa de dividir el vaso digital en muchas muchas capas transversales. Luego, le dice a la impresora 3D que vaya generando cada capa, ya sea solidificando un material líquido, depositándolo con un brazo mecánico o uniendo polvo con láser. Hay varias tecnologías de manufactura aditiva que están englobadas dentro del nombre “impresión 3D” y no es la idea verlas a fondo. Lo que importa es transmitir que podemos fabricar cosas a partir de un diseño digital[10].
La consecuencia de esta posibilidad es que el poder de la computación está de nuestro lado y, por lo tanto, podemos hacer infinitos diseños del mismo objeto, modificarlo indefinidamente, personalizarlo, probar todas las formas y complejidades, teniendo como único costo el del uso de la computadora, tal como hoy lo hacemos con una foto digital o una canción en mp3, pero aplicado a objetos físicos.
Más allá de cómo esto transforma la escala de los medios de producción del mundo, me interesa que veamos puntualmente la intersección entre la impresión 3D, la abundancia energética y la biología sintética. Esta última es una de las disciplinas de la ciencia que más se desarrolló en el siglo XXI. La forma más fácil de describirla es como la aplicación de principios de ingeniería a los componentes fundamentales de la biología.
Todos los organismos vivos contienen instrucciones codificadas en su ADN. Los humanos venimos alterando el código genético de las plantas y los animales desde hace miles de años, pero en la última década la comprensión de la genética se aceleró considerablemente, sobre todo a partir del secuenciamiento del genoma y la posibilidad de generar ADN desde cero[11].
Hay un punto en la curva donde la impresión 3D y la biología sintética se cruzan y es allí donde empezamos a fabricar cosas que siempre fueron del plano natural a partir de un diseño digital. Por ejemplo, órganos.
En base al conocimiento de los tejidos de los órganos y el manejo de la replicación genética de las células que los componen, se pueden cultivar esas células y utilizarlas para imprimir, capa a capa, digamos, un riñón. El control digital de la manufactura permite manejar con precisión las condiciones de forma tal que esas células no se dañen. Además, la complejidad morfológica no es un límite para el diseño digital y permite justamente hacer algo tan difícil como un órgano, lo cual sería imposible con cualquier método de producción que no sea aditivo.
Faltan años de desarrollo aún, pero va a llegar el día en el que no necesitemos trasplantes, podamos experimentar medicamentos directamente sobre tejido humano e incluso modifiquemos órganos para disminuir el riesgo de fallas. No es fácil decir cuándo va a pasar esto y cómo lo vamos a asimilar, pero es un buen ejemplo de la interacción entre estas dos tecnologías exponenciales.
Cuando la abundancia energética entra en escena, bajan los costos de la fabricación automática, como es el caso de las impresoras 3D. Pero esa no es la única forma de fabricar. También tenemos la posibilidad de copiar la fotosíntesis, algo que algunos de nuestros amigos autótrofos vienen haciendo desde hace… bueno, desde siempre.
El término autótrofo viene del griego y significa “que procesa su alimento por sí mismo”[12]. La fotosíntesis es el proceso a través del cual se transforma la energía lumínica en energía química que es almacenada y luego utilizada para sintetizar materia orgánica. Es decir que, a partir de la luz del sol y compuestos inorgánicos (dióxido de carbono, agua) se genera el combustible necesario para la vida.
Hay investigaciones que buscan utilizar la energía del sol para realizar una fotosíntesis artificial y así sintetizar compuestos orgánicos -como aminoácidos y proteínas- que hoy sólo podemos obtener comiendo a los autótrofos que los producen (nosotros, que no los podemos producir naturalmente, somos heterótrofos).
Para lograr eso no sólo necesitamos disponibilidad de energía, sino además un conocimiento profundo de la síntesis orgánica artificial (aquí entra la biología sintética) y un manejo preciso de la materia en el espacio para crear morfologías delicadas y complejas (para eso está la impresión 3D). Lo que esto nos permitiría es dejar de depender de otros organismos para nuestra alimentación. Si podemos imprimir carne y sintetizar aminoácidos esenciales, quizás deberíamos replantearnos la necesidad de la agricultura y la ganadería.
LA MALDICIÓN DE LOS RECURSOS
La maldición de los recursos es un concepto acuñado en 1933 por Richard Auty[13] para referirse a la situación de los países que, a pesar de ser ricos en recursos naturales, suelen tener desempeños económicos pobres (medido como la fluctuación del PBI en un período de tiempo en relación a los países que no poseen esos recursos naturales).
Hay muchas variables que intervienen en este fenómeno, incluyendo la pérdida de competitividad de otros sectores de la economía por la apreciación relativa del recurso natural como fuente de divisas y la vulnerabilidad ante la volatilidad del precio de los commodities en el mercado internacional, así como también la posición en el sistema económico mundial como países proveedores de materias primas y consumidores de productos de mayor valor agregado. Muchas de estas cuestiones se refuerzan por situaciones internas, a veces relacionadas con un mal manejo de las divisas y los recursos o una gran concentración de la explotación en pocas manos. Pero, sin duda, los otros países que juegan el juego de la economía global no tienen ninguna intención de que los exportadores de recursos naturales diversifiquen su economía y se encargan activamente de que eso no suceda.
El futuro de la energía supera a los combustibles fósiles como almacenadores de energía solar y nos permite aprovecharla directamente de la fuente original sin intermediarios. Esto impacta seriamente en la geopolítica actual, pero no es la primera vez que un cambio en la importancia relativa de un recurso sacude a la organización del mundo.
Para Occidente, el Medio Oriente era básicamente un tapón entre el Imperio Ruso (luego la URSS) y las colonias europeas -sobre todo India-. Para la gente que vivía ahí, su existencia no se limitaba sólo a eso, claro. China existía antes de Marco Polo.
A principios del siglo XX, las distintas comunidades de la zona se habían organizado en reinos con fronteras más bien dinámicas a merced de continuas guerras, pero había una división política bastante definida. Uno de esos estados era Kuwait, ubicado entre lo que hoy son Iraq y Arabia Saudita, dos gigantes con mucho poder bélico que hacían tambalear constantemente la mera existencia de Kuwait. En la década de 1930, después de varios años de poca suerte, la exploración de petróleo empezó a tener éxito en Persia (hoy Irán) y Bahrain, aunque no se vislumbraba ni de casualidad el impacto que el oro negro iba a tener en su futuro. Kuwait ya era exportador de un recurso natural, aunque bastante distinto, pues su principal industria y fuente de divisas era la venta de perlas provenientes del Golfo Persa. Sin embargo, un tal Kokichi Mikimoto, vendedor de fideos de la ciudad de Miye, Japón, había dedicado varios años a cultivar perlas artificialmente y para 1930 había logrado dominar la técnica como para producirlas en gran escala. En un abrir y cerrar de ojos, las exportaciones de perlas de Kuwait se desvanecieron y su economía entró en crisis. Tal como había sucedido en Persia, el petróleo podía ser el salvador.
Algo similar pasó con Arabia Saudita, aunque, en vez de gracias a las perlas, sus finanzas se sostenían por los ingresos derivados de la peregrinación de fieles a La Meca. El delicado entramado socio-político-religioso de la zona, complicado aún más por la presencia del Imperio Británico, tenía impactos negativos en la peregrinación de los fieles, poniendo en riesgo la estabilidad económica del Reino Saudí. Por lo tanto, ellos también vieron con muy buenos ojos la posibilidad de extraer petróleo de su suelo sacando una rentabilidad clara y sostenida en el camino.
La historia de los países petroleros, sobre todo la de los miembros de la OPEP, es parecida en la evolución del control sobre sus recursos naturales y la relación con las empresas explotadoras y las potencias mundiales. Las páginas están repletas de crisis, revoluciones, presiones económicas, miles de millones de petrodólares y pueblos golpeados. La soberanía sobre los recursos es una cuestión aún hoy en disputa.
Pero así como la importancia creciente del petróleo redibujó los mapas económicos y políticos, su superación va a traer nuevas modificaciones. Si no, pregúntenles a los que vendían aceite de ballena para iluminación o vayan a visitar la zona amazónica que exportaba caucho… Poblaciones enteras se crean y se destruyen en torno de recursos naturales.
Los países que hoy basan su economía en el gas, el carbón y/o el petróleo tienen varias cosas para replantearse. Ninguno de los tres recursos se va a dejar de usar, pero su peso específico va a disminuir dramáticamente. Lo más difícil es tomar una decisión a largo plazo porque, como vimos, en el corto plazo la presión sobre esos recursos va a ser más grande que nunca y su precio va a aumentar. Por lo tanto, dejar de extraerlos no es una opción realista. Pero es fundamental reinvertir el dinero que se genere enfocándose en diversificar la economía y en redistribuir para bajar la concentración, porque una economía en pocas manos y basada en uno o dos recursos naturales es extremadamente frágil y dependiente.
Una opción interesante es reinvertir los hidrocarbu-dólares en el desarrollo de innovaciones tecnologías en energía, no sólo en paneles solares o en aerogeneradores, sino en nuevas aplicaciones de la energía en general, nuevos modelos de negocios que rompan el esquema actual y tengan proyección disruptiva en las próximas décadas. La innovación en esta área es transversal a toda la economía. Por lo tanto, hay una oportunidad gigante para transformar la economía local, generar industrias completamente nuevas, desarrollar conocimiento práctico en eficiencia, en redes inteligentes, etc. Realmente hay un campo enorme para crear nuevos puestos de trabajo y diversificar el PBI. Pero hay que empezar a trabajar ahora. Los procesos de cambio de una matriz productiva y energética son largos, pero completamente viables.
DESCONTAMINACIÓN AVALADA POR LA TERMODINÁMICA
Entropía, una palabra que da miedo.
El Segundo Principio de la Termodinámica tuvo varios postulados a medida que la física fue generalizando sus implicancias. En la primera mitad del siglo XIX estaba obviamente aplicado a máquinas térmicas, porque los físicos e inventores de la época se abocaban a lograr mayor cantidad de trabajo por cada unidad de combustible quemada para generar el vapor que movía a la máquina. Nicolas Léonard Sadi Carnot fue un ingeniero militar y físico francés, tío del tercer presidente de la República Francesa, Marie François Sadi Carnot. Carnot (el físico) describió los principios del funcionamiento de las máquinas y los motores que lideraron la Revolución Industrial. Él se dio cuenta de que el potencial de las máquinas tenía un límite teórico contra el que no se podía luchar y que, por lo tanto, no existía un ciclo perfecto que convirtiera toda la energía del combustible en trabajo.
Rudolf Julius Emanuel Clausius, un matemático y físico alemán, fue quizás el fundador de la termodinámica y en su libro Teoría Mecánica del Calor pasó en limpio varios conceptos que habían nacido con Carnot y otros físicos, pero que hasta ese entonces no habían sido formalmente englobados bajo un mismo tema. Después de Clausius, a manos de genios como Kelvin, Planck y Boltzmann, el Segundo Principio fue haciéndose cada vez más amplio, escapando al campo de las máquinas térmicas y aplicándose a toda la física en general.
La variable que surge de este Principio es la entropía, una magnitud que cuantifica muchas cosas según con qué zoom se la mire (desde el desorden macroscópico a la probabilidad estadística de microestados de la materia o la cantidad de energía no útil de un sistema), pero que al fin y al cabo nos dice que la única forma de revertir un proceso es entregando energía. ¿Qué significa eso y qué tiene que ver con este libro? Bueno, podemos aplicar estos conceptos termodinámicos para solucionar un problema cada vez más problemático en nuestro planeta: la contaminación.
Contaminar el agua, el aire o el suelo es un proceso que aumenta la entropía y revertirlo consume energía. Tal como la desalinización del agua, las técnicas para limpiar los químicos de los ríos, el dióxido de carbono del aire o el arsénico del suelo existen, pero utilizan mucha energía en el proceso y la combinación entre altos costos y falta de voluntad es letal. Además, hay muchas discusiones sin saldar. ¿Quién es responsable de la contaminación? ¿Las empresas que contaminaron? ¿El Estado que las dejó? Existen infinitas regulaciones para prevenir el daño del medioambiente, pero muchas veces no se cumplen. Desde ya que tiene que dejar de haber complicidad de los reguladores y mayor información y poder de decisión para los pobladores, pero si el proceso de des-contaminar o directamente un proceso de tratamiento de emisiones (sólidas, líquidas y gaseosas) para no-contaminar no representara un costo extra, el problema cambiaría sustancialmente.
La naturaleza se des-contamina desde siempre y a veces incluso nos da una mano para remediar nuestros desastres. Un buen ejemplo es el caso del tremendo derrame de petróleo de la empresa British Petroleum en el Golfo de México en abril del 2010. Cuando se proyectaba una larga recuperación, los investigadores encontraron que un cierto tipo de bacterias se estaba dando un banquete de hidrocarburos y había almorzado casi el 60% de lo derramado en un tiempo récord[14].
Es viable revertir el daño en ambientes que hoy están perdidos y ganarle territorio al desarrollo económico que en su crecimiento deja fuertes secuelas en la naturaleza. Quizás una de las cosas más interesantes es la posibilidad de procesar toda la basura, reciclándola íntegramente, eliminando los tóxicos y dejándola lista para volver a ser usada. Así, el ciclo de los materiales se extiende enormemente y el problema de los desechos (¿dónde? ¿cómo? ¿cuánto?) se limita a entender en qué podemos re-usar cada cosa y organizar el nuevo camino productivo.
DESIGUALDAD ENERGÉTICA: TU HELADERA USA 9 VECES MÁS ELECTRICIDAD QUE UN ETÍOPE PROMEDIO[15]
Si algo tiene que traer el nuevo paradigma energético es igualdad. Si no, habremos fracasado. Por eso tenemos que estar pensando hoy cómo queremos que sea el mañana.
El 18% de la población mundial, unas 1300 millones de personas, no tiene acceso a servicios energéticos modernos[16]. La Agencia Internacional de Energía define como “servicios energéticos modernos” a la posibilidad de usar 100 kWh por persona por año. Este valor es excesivamente bajo para nuestros estándares de consumo. De hecho, un habitante promedio de Estados Unidos lo consumiría en tres días (y estaría los 362 restantes del año sin energía), un europeo en cinco días, un sudafricano en ocho… Pero un etíope tarda 702 días en consumir esa cantidad de kWh. Es decir que un estadounidense utiliza 234 veces más energía que un etíope.
Con esto vemos que 100 kWh es un consumo muy bajo para medir el acceso a la energía. Por lo tanto, ese 18% en realidad subestima muchísimo la cantidad de personas que no tienen servicios energéticos decentes. Pero, aun teniendo en cuenta el valor de piso que pone la Agencia Internacional de Energía, el 57% de África está por debajo y en partes importantes de Asia (India, Pakistán) el porcentaje llega al 30%. En América Latina ese valor es mucho menor, cerca del 5%, y en Medio Oriente, 9%. Desde ya que en Europa, Estados Unidos y Canadá casi no hay personas sin acceso a la mínima cantidad de energía.
Hay una estrecha relación entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora la ONU basado en la salud, la educación y la riqueza de cada país, y el consumo energético. Los países con mayor IDH son también los que más kWh por persona por año utilizan y esto se cumple también a la inversa, ya que abajo de todo en la tabla de IDH están las naciones de África Sub-Sahariana que menos acceso a la energía poseen.
Sin lugar a dudas, esto muestra que el problema de la desigualdad en el acceso a la energía no se limita únicamente a cómo se genera y distribuye la electricidad, sino que es una cuestión profundamente social, política y económica que no se va a solucionar sólo con paneles solares. Pero el nuevo paradigma energético puede ayudar a fortalecer el poder popular.
La generación distribuida permite a cada comunidad, nación o grupo de países independizarse energéticamente, utilizando los recursos naturales disponibles localmente -sol, viento, agua-. Ni siquiera es necesario ir al extremo de generar toda la energía en un solo lugar, ya que se puede transmitir por la red o almacenar, no hay limitaciones para abastecerse. La cantidad de sol y viento es infinitamente superior a la que necesitamos, incluso con el nivel actual de la tecnología. Sí, de noche no hay sol, pero esa energía puede ser almacenada, compensada con viento que sopla en otra zona o con radiación solar de otras partes del planeta. Esto ya sucede, incluso entre países como Alemania y Dinamarca donde, se imaginarán, el sol no es gran cosa[17].
Alcanzar la seguridad energética parece sólo un primer paso hacia la soberanía energética, pero en realidad es muy difícil alcanzar la primera sin la segunda, porque ningún país o región está aislado del resto del mundo sino que forma parte del sistema global. Por lo tanto, para tener seguridad e independencia necesariamente tiene que poder ejercer su soberanía.
Llegar a ella simplemente no es posible en un escenario donde los recursos son escasos y están distribuidos desigualmente, ya sea carbón, gas, petróleo o uranio. El único camino para conseguir la soberanía es el de las energías renovables.
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[1] Toffler, Alvin, The Future as a Way of Life, Horizon magazine, Summer 1965, Vol VII, Num 3
[2] Richard Perez y Mark Perez, A FUNDAMENTAL LOOK AT ENERGY RESERVES FOR THE PLANET, 2009, https://www.asrc.albany.edu/people/faculty/perez/Kit/pdf/a-fundamental-look-at%20the-planetary-energy-reserves.pdf
[3]FondoMonetarioInternacional, ENERGY SUBSIDY REFORM: LESSONS AND IMPLICATIONS, 28 de enero de 2013, https://www.imf.org/external/np/pp/eng/2013/012813.pdf
[4]Cleantechnica, Renewables Study Central, https://cleantechnica.com/70-80-99-9-100-renewables-study-central/
[5] Administración de Información de Energía de Estados Unidos, International EnergyStatics, https://www.eia.gov/cfapps/ipdbproject/IEDIndex3.cfm?tid=44&pid=44&aid=2
[6]Informe GEO América Latina y el Caribe, Perspectiva del Medio Ambiente 2003, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Costa Rica, octubre 2003.
[7] 1% x 2,5% = 0,025%
[8] Water.org, Water facts, https://water.org/water-crisis/water-facts/water/
[9]Banco Mundial, World Bank Data: Motor vehicles (per 1,000 people), https://data.worldbank.org/indicator/IS.VEH.NVEH.P3
[10] Sugiero leer Impresión 3D, de Andrei Vazhnov, Editorial Baikal, 2013.
[11] Synthetic Biology Project, What is Synthetic Biology?, https://www.synbioproject.org/topics/synbio101/definition/
[14]LiveScience, 12 de septiembre de 2012, https://www.livescience.com/23126-bacteria-sucked-up-200-000-tons-of-oil-after-bp-spill.html
[15] Center for Global Development en base a datos de la Agencia Internacinoal de Energía, https://www.cgdev.org/sites/default/files/energy%20pov%202%20fridge.png?itok=0aSQgI3q
[16] OECD / Agencia Internacinoal de Energía, Global EnergyTrends to 2035, 2013, https://www.worldenergyoutlook.org/media/weowebsite/energydevelopment/WEO2013_EnergyForAll.pdf
[17] Ver Anexo: Lo que está pasando.